¿Sentirse siempre bien?
“El punto no es sentirse bien, sino ser bueno sintiendo”
Michael Brown
La intención de esta entrada del blog es aplaudir el que lloren, griten, pataleen, estén melancólicos, se pongan rojos de ira, digan NO y no sonrían.
Todos queremos sentirnos bien, pero es irreal estar bien todo el tiempo.
Ignorar nuestras emociones y no darles espacio es no validar lo que sentimos.
¿Si no lo hacemos nosotros quién va a hacerlo?
No podemos delegar el sentir. Así que, los invito a darse el espacio de sentir las emociones más incómodas sin afán de quitarse la sensación.
Da pavor sentir las emociones que consideramos “negativas”. Sólo sentirlas un poco nos hace creer que vamos a entrar en un hoyo negro del que no vamos a poder salir. Es, en parte, el deprimir constantemente las emociones, lo que termina por llevarnos a estados muy profundos de desconexión y sufrimiento.
Entonces, tranquilos, no se van a quedar ahí.
¡No es el dolor lo que crea el sufrimiento sino la desesperación por evitar el dolor lo que crea el sufrimiento!
- Siéntate
- Siente
- Siente un poco más
- Sin prisa
- Nota la emoción en tu cuerpo
- Observa lo que ocurre 😉
Al principio se siente como si fuéramos la emoción, mas verán que al darle espacio ésta va tomando una dimensión menor, podemos darnos cuenta que no somos la emoción y que tenemos la capacidad de sentirla sin abrumarnos.
Todo esto aplica hasta a los más “espirituales”. Buda no dijo que un ser realizado nunca siente ira, tristeza o dolor.
Dijo que un ser realizado es alguien que cuando siente una emoción, sabe que no es esa emoción.
En lugar de:
- Soy iracundo: hay ira en mí
- Soy triste: hay tristeza en mí
- Estoy en dolor: hay dolor en mí
- Soy alegre: hay alegría en mí
No te engañes.
Pensamos en la resiliencia como una forma de rebotar de las dificultades de la vida. Sin embargo, esto es sólo la última parte de la ecuación. Ha habido ocasiones en las que he rebotado tan rápido que ha pasado casi desapercibido. No estoy segura de que eso signifique que haya sido resiliente. He metido todas las emociones bajo el tapete y seguido adelante. Sin embargo, no hubo un desbloqueo, no salí más fuerte, sino con un montón de emociones atascadas que luego encontraron salida a través de ira o tristeza constantes e “inexplicable”, o a través de reacciones exageradas con personas que no tenían nada que ver. La resiliencia requiere de rebotar habiendo integrado el aprendizaje que trae el dolor. Significa que has aumentado tu fuerza interior. Para que esto ocurra, es necesario sumergirte en tus emociones reconociéndolas y dándoles espacio. Sentirlas sin mediocridad, dejar que tu cuerpo asimile la información que traen y luego, rebotar.
Ah, por si tienes alguna duda… ¡las emociones se procesan en el cuerpo, no en la mente!
El tabú
A menudo aprendemos a evadir o minimizar nuestras emociones temprano en la vida porque interpretamos que nuestros padres -o cuidadores- no podían lidiar con ellas o porque era mal visto. Además, hemos evidenciado situaciones en que otros se incomodan, rechazan, ignoran o invalidan nuestros sentimientos y estados emocionales “negativos”.
Hay un tabú social frente a estar “mal”.
Por ejemplo, muchos de nosotros hemos aprendido que la ira es algo que no se debe expresar. Así que la reprimimos, nos avergonzamos si la expresamos y/o juzgamos a los demás cuando lo hacen. Sin embargo, no es tan blanco o negro. Existe la ira sana y la no sana. La ira sana es cuando la expresas para defender tus límites en respuesta a algo en el momento presente: “estás en mi espacio, vete, no me toques”. La ira no sana, es cuando no la expresas en el momento, te quedas rumiando el sentimiento y alimentas historias alrededor de él, nutriendo la toxicidad dentro de ti.
¡La inteligencia emocional es sexy!
Entre más cómodos estemos con sentir, más cómodos estarán las personas que nos rodean. Incluso, les damos permiso a hacerlo también y energéticamente, puede volverse parte de nuestro charm 😉
Si aún no estás convencido te dejo con esto:
Sufrimos porque no queremos sentir dolor. Evitar el dolor es lo que ha alimentado el bloqueo y creencia colectiva de que el sufrimiento es inevitable en la vida. Mientras que sentir es el antídoto para el sufrimiento y, aún más, el camino hacia la alegría.
Si no estamos disponibles para la tristeza y la ira, no podemos estar disponibles para la felicidad y el gozo. ¡Es imposible!
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