¿Necesitas certeza en la toma de decisiones?
Comprender las razones por las que puede faltarte claridad en la toma de decisiones, puede mejorar significativamente tu capacidad de elegir mejor. He aquí algunas visiones:
1. Mente versus cuerpo
Alcanzar Certeza mental en la toma de decisiones es retador dada la información incompleta e inherente incertidumbre. A menudo, percibimos una decisión como “correcta” porque parece razonable, pero esta precepción está influenciada por creencias limitantes, expectativas externas y experiencias previas. La mente favorece lo familiar y le teme a lo desconocido, creando argumentos en contra de lo nuevo.
Cuando la mente no está alineada con otras inteligencias internas -que se expresan a través del cuerpo con sensaciones o intuiciones inexplicables- tendemos a hacer dos cosas: reprimir lo que dice el cuerpo y seguir a la mente, o quedarnos atrapados en un ciclo de dudas sin tomar acción.
Una de las creencias más limitantes y comunes del mundo actual es “soy muy racional”. A menudo esto se celebra como sinónimo de inteligencia, cuando puede ser una esclavitud inconsciente a la narrativa interior, cegándonos a las otras fuerzas internas que nos hacen verdaderamente geniales.
Reflexiona:
- ¿Has tomado decisiones “razonables” ignorando las señales de tu cuerpo?
- ¿Cuántas veces esa decisión no resultó bien y pensaste “yo sabía…”? Por ejemplo, dijiste SÍ a algo que internamente sentías como un NO porque parecía más razonable, y luego te diste cuenta de que efectivamente era un NO.
- ¿Cuántas veces has seguido las señales de tu cuerpo y fallaste?
Usualmente, las decisiones que se sienten bien en el cuerpo, tienen un resultado positivo. La duda surge cuando dejamos que la mente decida, confundiendo nuestras certezas internas.
La mente es para el “cómo”, no para el “qué”. Se desperdicia su potencial cuando la usamos para tomar decisiones en lugar de para resolver barreras logísticas. La mente debe planificar, crear, innovar y ejecutar, no determinar el camino.
Tip clave: toma decisiones desde un lugar de coherencia interna. La confusión surge cuando damos más peso a la mente que a las señales del cuerpo; cuando ignoramos nuestra verdad porque no podemos explicarla mentalmente; cuando priorizamos lo que creemos que otros valoran; cuando nos enfocamos en lo que puede salir mal, cubriendo la sensación de expansión con miedo y ansiedad.
El miedo, generado por el ruido mental, se disipa cuando ponemos a la mente a trabajar en los pasos para avanzar según la decisión tomada. Sigue la dirección que te indica tu cuerpo, incluso si no ves cómo te llevará a tus metas. Este proceso amplía lo que la mente considera posible, creando un ciclo fructífero de libertad.
Nota aclaratoria: A menudo me preguntan cómo distinguir entre miedo/ansiedad e intuición. El miedo es ruidoso y paralizante, mientras que la intuición es clara, calmada y no insistente.
El cuerpo como guía
Reflexiona y evalúa sinceramente si no tienes claridad (responde una a una en orden):
- ¿Qué siento en mi cuerpo?
- Si tuviera la certeza de que todo saldrá bien, ¿qué opción se siente más libre en mi cuerpo?
- ¿Qué dice mi mente?
- Si tuviera la certeza de que todo saldrá bien, ¿qué opina mi mente?
Si aún no tienes claridad o no ves opciones concretas, puede que no sea el momento de tener claridad.
2. Tal vez no sea el momento correcto de tener claridad
A veces, simplemente no es el momento de tener claridad. Cuanta más presión te pongas para tenerla, más lejana parecerá, ya que te enfocarás más en la mente para resolverlo.
Por ejemplo, a veces sabemos lo que NO queremos, pero no lo que SÍ queremos. En lugar de enfocarnos en lo que NO sabemos, podemos enfocarnos en lo que sí sabemos y abrir espacio para que aparezca algo que despierte nuestro interés.
Abrir espacio: esto implica enfrentar el miedo al vacío. En el vacío y el silencio surgen las claridades. Creemos que si dejamos de pensar y presionarnos, perdemos el control y nunca tendremos claridad. Sin embargo, al intentar resolver todo en la mente, nos sentimos más descontrolados.
Observa cómo en tu vida han llegado momentos de claridad cristalina. Seguramente no surgieron de pensar mucho, sino de algo que emergió desde adentro, volviéndose evidente sin necesidad de explicación.
Confía: Cree que tendrás claridad cuando sea el momento correcto. Las dudas siempre se resuelven o dejan de existir con el tiempo. Deja que la mente hable sin engancharte en su narrativa. Tu cuerpo e intuición nunca te han fallado, y tarde o temprano, las dudas se resolverán.
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